Cuenta la leyenda que dos amiguitos del Niño Jesús, viéndole pobre y descalzo, decicieron cederle sus zapatos, por lo que los lavaron y dejaron en el balcón para que se secaran. A la mañana siguiente, cuál no sería su sorpresa al encontrárselos llenos de regalos que habían dejado los Reyes Magos en premio a su bondad.
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